EL CASO GALILEO
“El caso Galileo no fue una confrontación entre ciencia y fe,
sino entre dos personalidades concretas de una época histórica”
Fe y razón. El caso
Galileo. “No fue una confrontación entre ciencia y fe, sino entre dos
personalidades concretas de una época histórica”. El caso Galileo constituye el
primer ejemplo del conflicto entre ciencia y religión, pero también el último.
Resulta interesante, pues muestra que incluso Roma puede aprender. La principal
lección que obtuvo fue que debe ser muy cuidadosa con las declaraciones que
hace sobre la ciencia. Sin duda, el caso se hubiese evitado si en vez de él y
el papa de ese momento se hubiesen encontrado dos personalidades distintas. El
conflicto entre estas dos personalidades terminó por convertirse en un
conflicto intelectual, entre ciencia y fe.
_ Cfr. Universidad
de Navarra, Boletín de Noticias de las Facultades Eclesiásticas, Curso 2011 –
2012. Octubre.
El caso Galileo se ha convertido en un símbolo, y
la primera pregunta que surge es si fue inevitable que la ciencia, que se basa
en el razonamiento y la experimentación, chocase con la religión, que se
fundamenta en la autoridad y el dogma. La segunda cuestión es si se pudo evitar
que Galileo, que era un científico, chocase con la autoridad cristiana. Lo que
Mariano Artigas solía responder es que el caso Galileo constituye el primer
ejemplo del conflicto entre ciencia y religión, pero también el último. Resulta
interesante, pues muestra que incluso Roma puede aprender. La principal lección
que obtuvo fue que debe ser muy cuidadosa con las declaraciones que hace sobre
la ciencia.
Uno podría temer que se diese un problema mayor,
pues cuando se formuló, la Teoría de la Evolución no formaba parte de la
cosmovisión cristiana tradicional. En 1870, durante el Concilio Vaticano I, se
pidió que la Iglesia lo condenase, pero finalmente no se hizo. Ante la
propuesta, un obispo americano dijo: “Memento de Galileo” (acordaos de
Galileo), lo que provocó que se votase en contra.
Resulta difícil averiguar cómo veía el mundo,
pero sí es cierto que con el paso de los años creció su interés por la
religión. En cualquier caso, tal y como lo reconocen los investigadores
actuales, era como la inmensa mayoría de los hombres de su época: un creyente
que se consideraba parte de la Iglesia católica. Ante esto cabe preguntarse si,
efectivamente, su caso se ha utilizado para dañar a la Iglesia, derivado de los
movimientos anticlericales de la Ilustración.
En toda guerra hay siempre un símbolo o una
bandera. Galileo se ha convertido en eso para los detractores de la Iglesia.
Sin duda, el caso se hubiese evitado si en vez de él y el papa de ese momento
se hubiesen encontrado dos personalidades distintas. Galileo era un hombre
realmente brillante, pero también muy arrogante. Poseía un gran talento y
estaba convencido de que tenía un argumento para demostrar que la Tierra se
movía alrededor del sol: la existencia de las mareas. Para él, su origen era la
rotación de la Tierra durante las 24 horas del día. Aunque no estaba en lo
cierto, su razonamiento era muy inteligente. Por otra parte, él era un
florentino, al igual que el papa. El conflicto entre estas dos personalidades
terminó por convertirse en un conflicto intelectual, entre ciencia y fe. A su
vez, se trató de una pugna política: el papa en aquel momento era el príncipe
de Roma, de modo que la política era primordial. Condenó a Galileo para
demostrar su autoridad.
Existen varios mitos que giran en torno al caso,
pero se deben desmentir. Ejemplo: Nunca se le torturó, como se ha dicho en
ocasiones. Se le acogió en una suite y todos los días cocinaba para él el mejor
chef de Roma. Asimismo, tenía permiso para ir a misa los domingos e invitar a
gente a cenar -eso sí, con un límite de 20 personas para evitar que propagase sus
ideas-.
En 1814, aún constaba el libro de Galileo en el
índice de obras prohibidas por la Inquisición, pero desapareció en la
reimpresión de 1815, luego de dos siglos. No se volvió a mencionar el caso
hasta que Juan Pablo II pidió perdón por la condena injusta, pues consideraba
importante depurar la Iglesia. Esto tuvo un impacto muy positivo.
En Europa, muchos sectores tienen la sensación de
que la Iglesia apoya posiciones conservadoras, debido a determinados
antecedentes históricos. En concreto, muchos científicos la rechazan porque la
consideran un freno al progreso científico. Eso no es cierto: si pensamos en la
época de Galileo, los mejores centros educativos estaban promovidos por
jesuitas. Así lo han reconocido expertos como el rector de la Universidad de
California en Berkeley, quien afirmó en un libro que las organizaciones
educativas de la Iglesia católica siempre han estado en vanguardia. Los hechos
y la propaganda resultan contradictorios.
Para un gran número de personas, no: desde el
punto de vista católico, el Dios que inspiró la Biblia fue el mismo que creó el
mundo. En ese sentido, no existe una incompatibilidad: el autor del libro de la
naturaleza es también el autor de la Sagrada Escritura.